No sé si lo aclaré o lo mencioné alguna vez, pero una de mis características es que vivo de enamoramiento en enamoramiento. Con esto puntualizo que, sea donde sea, tanto caminando o hasta en el supermercado, siempre encuentro alguien con quien distraerme.
A muchas les pasa que van en el colectivo, y de repente, ven caminando por la calle a un flaco que les encantó; pero pasó tan rápido estando sentadas mirando la ventanilla, que lo único que te queda es decir "Mirá que lindo chico", cuando en realidad lo que queremos hacer es bajarnos y seguir mirándolo más de cerca. O en la playa, tomando sol, siempre a un grupete que llama la atención y por más que te quieras hacer la diva, no podés dejar de mirar disimuladamente de reojo o intentar llamar la atención.

También está la típica, ese que te mueve el piso, pero que sin embargo, lo "odiás" [nota: lo detestamos porque no nos quiere dar ni la hora], y sabés que te puede como ninguno, pero seguís comportándote como la histérica que no quiere saber nada, para no caer en la confusión de los amores no correspondidos, que son otra historia aparte.
Lo queremos a él/fijamos nuestros pensamientos en todo lo que podría llegar estar haciendo en estos momentos, deseando que ojalá [y si todos los planetas se alinearan], él se encuentre en la misma situación, pensando en vos como un desquiciado. Los momentos cambian, nuestro gustos cambian, las ocasiones y las oportunidades también; pero está bueno llenar nuestros días con ese toque de picardía y rebeldía que nos lleva a fijarnos en alguien pasajero.
Con mis amigas tenemos miles de anécdotas de esas que cuando las recordamos nos destornillamos de la risa, porque da gracia y hasta parece absurdo, todo lo que llegamos a hacer por aquél que llama nuestra atención..